Allá por la década de los 70´… esa época del sexo
desenfrenado, las drogas y el flower power, fue una de las peores de mi vida.
Tenía casi treinta años y muy claro que era homosexual, lo
fui desde que nací.
A los veinte-pocos comencé a salir con hombres; había que
ser discreto porque en esa época no era como ahora.
Un día que recordaré por el resto de mi vida sufrí tanto que
decidí dejar de ser yo.
Era treinta y uno de diciembre de mil novecientos setenta y
tres. Salimos con mis amistades a tomar las uvas a la plaza mayor y después a
un sitio para gente como nosotros.
Hoy es común que los homosexuales podamos concurrir a sitios
de ese estilo, pero en los 70´ tenía que ser oculto y no se entraba sin
invitación. Toda precaución era siempre poca.
Llegamos y el lugar estaba lleno de chicos, que como yo,
aprovechaban para mostrarse tal y como eran.
Había algunos vestidos de mujer, parejas…
Sobre las cuatro de la madrugada me fui; estaba cansado y al
otro día tenía comida familiar.
Noté que unos pasos me seguían, no le di importancia.
Una patada por la espalda me hizo caer de bruces al suelo,
golpeando mi cara en el pavimento.
Toqué mi boca y la sangre comenzaba a brotar.
Un puntapié en las costillas me electrizó el cuerpo y me
impidió levantar.
¾
¿Dónde vas mariquita?
¾Maldito
pervertido.
Pude distinguir al menos tres voces diferentes.
Sucesivas patadas en el cuerpo y el rostro me hacían
retorcer de dolor.
Varios dientes cayeron al suelo y los borbotones de sangre
salían sin titubear. Me notaba la cara inflamada, dolorida y ensangrentada.
Las costillas me dolían de manera atroz.
Tenía la sensación de estar flotando o soñando. Perdía la
conciencia de a ratos y rogaba no volver a recobrarla
Oí el chasquido de un encendedor y cuando quise darme cuenta
me ardía la ropa. Pronto el fuego se apoderó de mi magullado cuerpo.
El olor de la carne quemada me invadía las fosas nasales. El
dolor era insoportable. Sentía un intenso calor desde fuera hacia dentro, quise
apagar esas llamas, pero mi cuerpo no respondía.
No podía entender como unos seres humanos podían ser tan
salvajes y mirar cómo me quemaba vivo.
En algunos momentos en los que mi nivel de conciencia
parecía florecer oía las risas de aquellos hombres y mujeres que estaban
divisando el espectáculo.
Desperté varios días más tarde en un hospital. Mis padres
lloraban junto a la cama y eso me causó mucha impresión; por un momento me creí
muerto y que mi espíritu había salido de mi cuerpo.
Sufrí quemaduras tercer grado por todo el cuerpo. Mi pelo
sencillamente desapareció y dejó paso a unas cicatrices al más puro estilo
Freddy Kruguer. Perdí fuerza y sensibilidad en varias zonas.
Mis padres me contaron que ningún vecino salió ni llamó a la
policía. Me encontraron por pura casualidad en una de las patrullas nocturnas.
Ese día, al despertar decidí dejar de ser quien era y así di
paso a la más infeliz etapa de mi existencia.
Dejé de frecuentar aquellos lugares y también a mis amigos.
Durante tres largos y tortuosos años no salí de casa más que
para ir al hospital y cuando decidía hacerlo me tocaba soportar las miradas de
asco y lastimas por las evidentes marcas que se veían en mi rostro.
Me convertí en un golfo, un mujeriego.
Después de tener relaciones con una o varias mujeres me
encerraba a llorar durante interminables horas.
Conocí por casualidad a Vero, una lesbiana que al igual que
yo, fingía ser quien no era.
Nos hicimos muy amigos. Íbamos juntos a todas partes y la
gente tendía a pensar que éramos pareja.
Pasado algún tiempo hicimos un pacto y nos casamos.
Dormíamos en habitaciones separadas y cada uno tenía sus
relaciones aparte.
Poco a poco la homosexualidad se fue abriendo paso en ese
mundo machista y homófobo.
Hoy rozo los setenta años y desde hace más de veinte presido
junto a Vero una de las asociaciones de gay´s y lesbianas más grandes y
reconocidas a nivel internacional.
Brindamos apoyo y consejo a jóvenes y sus familias. Los
ayudamos a aceptarse y también a que sus familias lo hagan.
Hemos ayudado a un millar de victimas de homófobos y por
desgracia hemos visto morir a muchos… unos que luchaban por esta causa y otro,
sencillamente por ser quienes eran.
Vero estuvo a punto de morir a manos de un hijo de puta que
la violó (según él para demostrar que
tan hombre era y lo que ella se perdía), golpeó y abandonó.
La creyó muerta cuando la abandonó a las afueras de la
ciudad. Un campesino la encontró y prestó ayuda.
Pasé dos meses buscándola, hasta que apareció.
Al poco tiempo y tras nuestras tragedias decidimos abrir la
fundación y así poder prestar testimonio y ayuda a los que se encontraban en
situaciones similares.
Fundamos una especie de “Refugio” para aquellos que tenían
miedo y habían sido víctima de abusos o no tenía la aceptación familiar por su
condición sexual.
Hoy en día y gracias a que el ser humano ha evolucionado y
se ha convertido en un ser más tolerante y abierto ya no utilizamos el refugio
como tal; ahora es un punto de encuentro para contar experiencias y vivencias.
Aún queda mucho mucho trabajo por hacer, pero poco a poco
vamos conseguimos más triunfos.
En algunos países ya tenemos derecho a contraer matrimonio e
incluso a adoptar niños; pero en unos pocos todavía se nos persigue, encarcela
y hasta asesina. Por fortuna estos últimos son los menos, pero son.
Existe un no reducido grupo de personas que nos sigue viendo
como a unos depravados incapaces de criar a un niño y que piensan que estos no
crecerán de manera sana y feliz. Incluso creen que tienen más posibilidades de
sufrir abusos; una locura.
Les aseguro que mi hijo adoptivos es tan o más feliz que cualquier
otro.
Nunca le ha faltado nada y le sobra amor y comprensión. Es
respetuoso y sabe que existe gente de diferentes razas, clases sociales y
orientación sexual.
Tiene novia desde hace bastante tiempo y está a punto de
casarse. Ya ven que no ha salido “desviado” como muchos creían y es una
excelente persona.
Actualmente artistas como Ricky Martin, Elton John y otros
mucho que aceptan su homosexualidad ante el mundo entero es lo que nos está
ayudando a tener mayor aceptación.
Ahora ya se nos juzga menos por con quien nos acostamos y ya
se nos juzga más por la clase de personas que somos individualmente y por
nuestras acciones.
Estamos dando grandes pasos y espero que nunca, jamás se
retroceda.
Nena, muy bueno, como siempre! La historia es cruda pero no deja de ser la más cruda de las realidades. Que pena que haya gente que tuviera que sufrir semejantes vejaciones. Te ha salido un relato muy bueno, conmovedor. Un besito!!
ResponderEliminarEs un excelente relato mi querida Jud, no deja de ser muy cruz¡do y realista! Yo entiendo y respeto la orientacion sexual de cada persona pero no me gusta los maltratos o las agreciones que se les hacen!!! DAY GALLO
ResponderEliminarPensar que la primera parte del relato es tan común como silenciosa. Que te condenen por ser, no es patrimonio exclusivo de "ciertos grupos"
ResponderEliminarJud muy buen tema! Un cambio drástico a tus relatos, no sólo por el tipo de contenido que de por sí es muy interesante y realista, sino por la forma de narrar o describir los hechos. Noto un cambio en este.
ResponderEliminarAl final sentí como que el relato finalizó allí, era un paso rápido del tiempo! Me pregunto: ¿Que involucraras en la siguiente parte????........
Abrazos y Saludos mi Jud,
Zuly desde Venezuela
Me recordaste ese año y esa epoca de mi pais. como era de injusto todo y como lo sigue siendo en muchos grados :(
ResponderEliminarBuen relato madre!
He visto como niños de 16 años han sido echados de su casa por su homosexualidad, he sufrido en mis carnes el desprecio, gracias a la evolución de la mente las personas han visto que esto es natural, no en todas las personas pero cada vez son más contra las personas homofobas.
ResponderEliminarEstupendo relato, una ovación de mi parte XD
Es una pena, que aún a día de hoy allá gente que se dedique a maltratar a las personas por este tipo de cosas; que exista el Bullyng y acoso a chicos y chicas homosexuales es algo que jamás entenderé.
EliminarPuedo "entender" que a la gente mayor le cueste más asimilar que el mundo esta cambiando, pero que jóvenes y gente de nuestra edad piense así? No, no lo entiendo y me niego a aceptarlo.
Si alguien te desprecia en mi parecencia, ten por seguro que le parto la cara y le hago saltar varios piños.
Crudísimo y triste, precisamente porque es real. Ojalá este tipo de situaciones no se repitan jamás. Me ha recordado un pub de ambiente de chicas que había cerca de mi casa, allá por los 80, y que para entrar había que llamar y antes de abrir se aseguraban de quién era a través de la mirilla. Enhorabuena Jud y gracias por regalarnos siempre escritos llenos de sensibilidad. Un beso.
ResponderEliminar