Capitulo 2
Pizarro entró con paso decidido al DNV, allí lo esperaba un Jorge Duran[j1] más impaciente que de normal.
-¿Por qué has tardado tanto? –preguntó Duran, nervioso.
-Estaba haciéndole la entrevista a una preciosidad. No quiero apresurarme, pero creo que ya tenemos bioquímica.
-¿Has hecho la entrevista hoy y ya la has contratado?
-Tiene un curriculum increíble, buenísimas referencias, parece discreta y para sumar puntos… esta buenísima y soltera –sólo le faltaba babear, su tono lascivo dejaba entrever lo mucho que la joven le había gustado- Y bien, ¿A que se debe tanto nerviosismo, Duran?
-Roberto ha muerto.
-Ya sabíamos que sucedería –su tono frio demostraba indiferencia.
-Ven a verlo, es algo… alucinante y espeluznante a la vez.
Duran y Pizarro atravesaron el pasillo de un blanco espectral, con paneles de luces en toda la longitud del techo.
A los costados había varias cabinas de cristal blindado en las que los científicos trabajaban.
Tras pasar varios metros de pasillo una puerta de seguridad los esperaba. Ambos posaron sus pulgares en un lector de huellas dactilares, teclearon sus claves y una puerta se abrió.
Una segunda puerta impedía el paso. Duran acercó sus ojos a un pequeño escáner y éste, centelleando una tenue luz roja comprobó la identidad del sujeto. La puerta se abrió de inmediato y cuando los censores de peso comprobaron que Duran ingresaba volvieron a cerrarse.
Pizarro realizó la misma operación.
Detrás de esas puertas dotadas de la mayor seguridad tecnológica se encontraba un sitio amplio en el cual trabajaban una veintena de personas.
Hugo Sánchez[j2] era el encargado de atender a los voluntarios a experimentos. Pelo castaño y tez morena, treinta y pocos años. Su estado civil era desconocido para todo el mundo. Aunque a decir verdad, casi nadie sabía cosas de la vida personal del resto.
Tenían por norma y costumbre no hablar sobre sus vidas privadas. Raras veces se reunían después del trabajo y si lo hacían era para seguir hablando acerca del laboratorio.
Se acercó a sus jefes con respeto, se podría decir que incluso con temor.
-Señor Pizarro, lo que ha ocurrido es algo increíble. Es de creer o reventar.
-Lléveme donde se encuentra el cuerpo.
-Más bien lo que queda de él –dijo mientras lo conducía hacia una pequeña sala de aislamiento.
La sala era blanca, como casi todo el laboratorio.
En las últimas semanas el comportamiento de Roberto había empeorado, convirtiéndose en un hombre extremadamente violento e irascible; pero aquello era algo inesperado para Pizarro.
-¿Qué carajos ha sucedido aquí?
-Se ha ido desmembrando poco a poco –dijo Hugo con gran pesar y asco.
El lugar se asemejaba a una carnicería o más bien a un matadero. Los paneles estaban llenos de sangre de arriba abajo.
Dedos, manos y pies se acumulaban en un rincón. Las piernas y los brazos estaban al costado de la cama. Y el tronco estaba tendido en la cama. Era una autentica matanza sacada de una película de terror.
-Esto no ha podido hacérselo él solo, es… humanamente imposible.
-Señor, Roberto hacía tiempo que había dejado de ser un humano corriente. Su fuerza iba en aumento y su resistencia al dolor también. La última presa que le trajimos se la devoró en cuestión de minutos y su necesidad de violencia no tenia limites.
-Es una pena, ahora tendremos que buscar otro individuo –dijo Pizarro con autentico desdén por el muerto- ¿Alguien más ha visto o sabe lo que ha pasado?- peguntó.
-Nadie señor.
-Limpia todo este desastre, que no quede ni rastro.
Pizarro y Duran atravesaron la sala con rapidez.
Fuera, los empleados trabajaban con normalidad, nada los había perturbado.
Los dos jefes iban a paso acompasado hacia el despacho de Duran.
Unos 30 metros cuadrado componían la estancia. Como todas las dependencias, estaba dotada de la mayor y más amplia tecnología.
Un escritorio caoba sostenía un ordenador portátil y otro de mesa. Una de las paredes del despacho estaba plagada de pantallas de televisión, cada una mostraba imágenes de los diferentes departamentos del DGV.
En otra de las paredes había un gran armario empotrado en la pared, en el que centenares de archivos se guardaban bajo llave y clave de acceso. En ellos se guardaba toda la información acerca de empleados, virus, sujetos de experimentos, voluntarios u toda la información confidencial a la que sólo unos pocos privilegiados tenían acceso.
-Sin duda, esto no es lo que esperábamos –dijo por fin Pizarro-. Es bastante decepcionante.
-Tal vez habría que bajar la dosis o aligerarla un poco.
-Habrá que encontrar el equilibrio, quiero esa violencia extrema pero no para que los individuos la usen contra sí mismos. Aunque pensándolo bien… haremos más pruebas, pero me gusta este resultado.
Duran tenía la frente perlada de sudor, se frotaba una mejilla como si eso lo ayudara a comprender el cambio de parecer de su jefe.
Como si respondiera al pensamiento de su subordinado dijo-: -Nos vendría bien que el enemigo estuviera infectado con el virus.
Pizarro apagó el cigarrillo en un cenicero de marfil de contrabando, miró a su interlocutor con cierta piedad.
-No te preocupes Duran. Daremos con la formula correcta, tal vez hasta vuelva a llamar a Castro. Era un buen científico y me precipité un poco al despedirlo el año pasado.
-Sí, él habría previsto esta tragedia.
-Tragedia ninguna. Roberto no era más que una rata de laboratorio con la cual practicábamos y empieza a tener ese pensamiento con los que vayan llegando o acabaras siendo una especie de mártir.
Carlos Pizarro comenzaba a caminar hasta la salida, pero antes añadió-: Acaba con Sánchez, no quiero cabos sueltos.
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Brisa llegó a su casa con la sonrisa dibujada en los labios. Dante la esperaba con un café y unas tostadas en la cocina.
-Café recién hecho… que bien huele –dijo ella, olfateando la estancia.
Dante se acercó y le dio un efusivo beso.
Se sentaron a la mesa y comenzaron a tomar sus cafés.
-¿No piensas preguntarme nada?
-Vas a reírte, pero me da miedo el resultado de esa entrevista –se sinceró el marido.
-Mañana a las nueve me espera Pizarro para enseñarme el laboratorio y presentarme a mis compañeros.
Brisa le contó sus condiciones laborales, las cuales no distaban mucho de las que había tenido él.
-Hay algo que no me acaba de cerrar –ella lo interrogó con la mirada-. La prisa en contratarte ¿no te parece extraña?
-Todo en ese lugar es extraño, amor mío. Tanto secretismo, tantas investigaciones a ese dichoso virus… sólo espero que mi estancia allí sirva de algo a tu causa.
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A las ocho de la noche Leonardo Tamaro[j3] entraba en “Casilda”, donde lo esperaba Dante.
Hombros anchos, cadera estrecha. Un metro noventa de pura fibra. Leonardo parecía más un portero de discoteca que un químico. Con cuarenta y dos años su cabello estaba poblado de canas que apenas dejaban ver su antigua cabellera morena. Unos ojos oscuros, surcados de arrugas. Una nariz que marcaba su nacionalidad italiana. No era un sex symbol, pero tenía algo que atraía a las mujeres.
Se había divorciado varios años atrás y tenía una hija de 10 años llamada Carina[j4] . Su ex mujer le había pedido el divorcio por la soledad que sentía al tener un marido ausente y que vivía por y para su trabajo.
-Me alegra verte, Dante. Te sienta viene estar fuera de toda esa mierda.
Se dieron un abrazo afectuoso y se palmearon los hombros.
-Sí, lástima que ahora deba recurrir a que este en la mierda mi mujer, pero es lo que hay si quiero saber y hacer algo con todo esto.
-Hoy ha pasado algo muy extraño en el laboratorio. Lo primero ha sido la cara de feliz cumpleaños con la que entró Pizarro, ya sabes lo inusual que es verle con una mueca de sonrisa –ambos rieron e imitaban el ceño fruncido del interpelado-. Supongo que Brisa tendrá mucho que ver en eso.
-Me aterra saber que estará cerca de ese cerdo. Bueno, has dicho que ocurrió algo extraño ¿Te referías solamente a la sonrisa de Pizarro?
-No, creo que ha pasado algo con Roberto –se acercó más a su amigo, sin dejar de mirar hacia todas partes, temiendo que alguien pudiera oírles -. Pizarro y Duran entraron a la zona restringida, donde Sánchez llevaba ya un rato A las pocas horas unos tipos vestidos como si fuesen a una zona nuclear comenzaron a salir discretamente por la puerta trasera cargados de bolsas enormes de esas que aíslan los olores.
Dante lo oía con mucha atención, sus músculos se encontraban tensos y sus manos sudaban levemente.
-Cuando esos tipos terminaron Sánchez fue citado por Duran en su despacho –vaciló antes de continuar-… No ha vuelto a salir de allí y su despacho estaba vacio.
-¿Cómo sabes tanto?
-Porque los observo para poder ir teniéndote al tanto, sobre todo si voy a tener a Brisa como compañera. Quiero ser tus ojos y tus oídos allí, eres mi amigo.
-Gracias, Leo. ¿Qué crees tú que ha ocurrido?
- Veras, mi teoría es que –volvió mirar alrededor- algo ha acabado mal con Roberto, no es normal que lo tuvieran en aislamiento y creo que se les ha ido de las manos. Como el único que trataba con Roberto el último tiempo era Sánchez, pienso que lo mandaron a callar ¿entiendes?
Dante tenía el ceño tan fruncido que apenas se distinguía el entrecejo. –Entiendo, esto es algo delicado, sobre todo si tenemos en cuenta que podríamos estar hablando de homicidio o asesinato. Nos metemos en terreno peligroso y ya deja de hacerme gracia…
-Meter a Brisa, me imagino –comentó interrumpiendo a su amigo-. Sabemos que no son trigo limpio, así que tendremos que estar preparados para encontrarnos de todo en el camino.
-Mañana a las nueve la espera Pizarro para enseñarle su lugar de trabajo y presentar a sus compañeros. Cuida de ella.
-Por supuesto. Ahora será mejor que me vaya, hoy tengo a la pequeña en casa y no quiero llegar tarde. Mañana nos mantenemos en contacto.
-Dale saludos de mi parte a la enana. Gracias amigo, de verdad.
Se despidieron con un nuevo abrazo y un apretón de manos cargado de sentimientos de amistad y gratitud por ambas partes.
Leonardo era consciente de que se estaba metiendo en camisa de once varas, pero no podía dejar a su amigo solo en esto y mucho menos con las nuevas sospechas que ahora lo acuciaban.
Dante, por su parte, le estaba sumamente agradecido a su amigo, pero esperaba no tener que necesitar por mucho tiempo su ayuda y la de su mujer.
El terreno en el que empezaban a meterse era más peligroso de lo que creía y no estaba seguro de que era lo que podía esperar. El virus era su mayor preocupación, ya que podía tener consecuencias nefastas en los individuos.
GENIAL!!!...debo reconocer que me impresionó lo de Roberto...Sos una GROSA!!!!
ResponderEliminarMe gusta, ya quiero leer la 3ª parte jejeje.
ResponderEliminarSubela pronto! :P
me encanta está historia se va a poner super interesante! Esperamos el siguiente capítulo la semana que viene!
ResponderEliminarMuy buena :D me muero por leer el próximo capitulo :)
ResponderEliminarHola linda!!
ResponderEliminarque super capitulo mas increíble !!! esta buenisima esta historia, que horror con los experimentos, cuanto peligro para Brisa xD!!!
me encantó !!!!
kisses ^ ^
Muy buen capitulo, de verdad. La historia es terrorifica, me da un miedo todas estas cosas. En cuanto a tus avances a la hora de escribir... Has hecho muchos. Cada vez escribes mejor.
ResponderEliminarUn besazo!!!
oye mi Jud esas descripciones estan muy muy buenas... mi imaginación me pone a temblar mientras leo lo que le pasó a Roberto. Me recordó Walking dead o Resident evil por lo loco del personaje (Roberto)... quiero saber que mas pasará en esta historia
ResponderEliminarBesos
Zuly Vzla
JUD CADA VEZ MEJOR LA HISTORIA...LA VERDAD, ME ESTA ATRAPANDO MUCHO...AHORA VOY POR EL 3RO..GENIA!!
ResponderEliminarPD: LA HISTORIA ME ESTA DANDO ESCALOSFRIOS PORQUE EES VERDAD TODO ESO. LOS CIENTIFICOS PARA SABER SI SUS INVENTOS FUNCIONAN SACRIFICAN...VERO
Me gusto mucho mañana leere el 3ro y espero ponerme al corriente para cuando llegue el 14
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